Sistema Inmunológico. La alimentación (4º parte)
LA ALIMENTACIÓN REFUERZA EL SISTEMA INMUNOLÓGICO
Los nutrientes fundamentales de nuestra alimentación están
constituidos por: lípidos (grasas), glúcidos (carbohidratos), proteínas,
minerales, vitaminas, agua y luz.
La alimentación
refuerza el sistema inmunológico siempre que sea equilibrada, natural y variada, acorde a la época del año y a la edad, incluso con aportes vitamínicos (vitamina C, etc). Para ello hay que tener en
cuenta:
·
Reducir la ingesta de grasas saturadas (la leche
y derivados lácteos (manteca y quesos), las carnes y los derivados cárnicos,
especialmente vísceras y embutidos y también los productos de pastelería y
panadería industrial). Dado que disminuyen la capacidad de defensa del
organismo, conviene reemplazarlas por ácidos grasos omega 3, 6 y 9, presentes
en pescados (w-3), aceites vegetales (w-6), aceite de oliva (w-9), frutos
secos, semillas, soja y cereales integrales.
·
Aumentar el consumo de alimentos ricos en
vitamina C. La vitamina C es antioxidante, ya que protege el cuerpo contra la
oxidación, y es un cofactor en varias reacciones enzimáticas vitales. Ayuda al
desarrollo de dientes, encías, huesos y cartílagos. Favorece la absorción del
hierro. Se aconseja el consumo de naranjas, limones, pomelos y mandarinas.
Otros alimentos que contienen esta vitamina son el kiwi, ananá, frutillas y
espinaca.
·
Incorporar alimentos con vitamina E. Esta
vitamina es considerada una vitamina antioxidante, porque aumenta la respuesta
inmunológica frente a las diversas infecciones. Son fuente de vitamina E: los
aceites en general, de girasol, oliva, germen de trigo, los cereales enteros e integrales,
los frutos secos y vegetales de hojas verdes.
·
Consumir alimentos que contengan vitamina A. Son
esenciales para mejorar y aumentar la defensa inmunitaria de la piel y de las
mucosas en general. Esta vitamina se encuentra en: hígado, lácteos en general,
huevo y en vegetales como calabaza y zanahoria (en forma de betacarotenos,
sustancias precursoras de la vitamina A).
·
Alimentos con vitamina del complejo B (ácido
fólico, B1, B2, B3, B5, B6, B12). La vitamina B1 es esencial para el crecimiento
y desarrollo normal, ayuda a mantener el funcionamiento propio del corazón,
sistema nervioso y digestivo. La vitamina B6 es necesaria para que el
cuerpo fabrique adecuadamente anticuerpos y eritrocitos (glóbulos rojos).
Vitamina B12, su importancia es
fundamental en los tejidos que se regeneran rápidamente, como las células de la
sangre o del tubo digestivo, y también para el metabolismo de las neuronas. Vitamina
B3, su deficiencia moderada disminuye el metabolismo, causando una disminución
en la tolerancia al frío.
Son
fuentes de este complejo vitamínico: levadura de cerveza, cereales enteros o
integrales, legumbres, frutas, pescados, mariscos, huevo y productos lácteos.
·
La miel se ha utilizado desde la antigüedad como remedio para aliviar la tos y la irritación
de garganta por su contenido en inhibidinas, sustancias que le otorgan la
capacidad bactericida y antiséptica.
Entre los minerales, hay que tener presente
el consumo de:
·
Hierro. Su déficit puede producir anemia, lo
cual disminuye la respuesta inmunológica. Se encuentra en las carnes en general
y sus derivados, huevo, vegetales como espinacas, acelga y legumbres como
lentejas.
·
Zinc. Desempeña un importante papel
en la defensa del sistema inmunitario. Su déficit afecta a los órganos
linfáticos. Son fuente de zinc las legumbres, pescados, mariscos, huevo, frutas
y verduras.
·
Calcio. Su déficit causa hemorragias,
desnutrición, raquitismo. Para mantener el equilibrio de
calcio es muy importante la dieta alcalinizante que básicamente son las frutas,
ensaladas y verduras, legumbres, frutos secos, cereales y el yogurt. La
absorción del calcio por el intestino delgado depende de la vitamina D.
·
Sodio. Su falta produce catarros y resfríos.
Acidez y gases en estómago e intestinos.
Estos son algunos ejemplos de la importancia de minerales en
el organismo y de los síntomas de enfermedades por su carencia.
Las causas del desequilibrio
en el organismo pueden ser internas,
debidas fundamentalmente a emociones, malos hábitos, etc. O externas, como una invasión de frío,
humedad, calor, infecciones, intoxicaciones, traumatismos, exceso de trabajo,
stress, etc.
Pero también una mala
alimentación es uno de los factores que puede provocar este desequilibrio.
Los 5 Elementos
La teoría de los cinco elementos se basa en el principio de
que todos los fenómenos del universo son el resultado del movimiento y mutación
de cinco elementos: madera, fuego, tierra, metal y agua.
La salud y la felicidad son el resultado del equilibrio en
el cuerpo de estas tendencias. Los alimentos y las plantas se emplean para
reequilibrar estas energías dentro del cuerpo.
Los alimentos picantes
como el ajo, ají, cebolla, pimienta y jengibre, dispersan y estimulan la
circulación de chi, vigorizando la sangre. El picante tonifica al pulmón y por lo tanto la energía y la
sangre, por esto se recomienda en casos de debilidad general y respiratoria,
anemias, etc., y se restringe cuando hay síntomas de exceso o plenitud:
alergias, calor en la sangre, forúnculo.
Los alimentos agrios
son en general ricos en vit.C, como los cítricos. Afectan al hígado-vesícula biliar, son antiinflamatorios, astringentes y favorecen la digestión de las grasas. El
limón, la manzana, el kiwi y el
vinagre se consideran agrios. Las sustancias ácidas o agrias absorben,
controlan y son astringentes.
Los alimentos amargos
favorecen la secreción y
evacuación biliar (efecto colerético y
colagogo). Secan el exceso de humedad en el cuerpo (reumatismo, sobrepeso,
edemas, nauseas) como por ej.: achicoria, cardo, repollo, coliflor, alcachofa,
hierbas depurativas (diente de león, bardana, aloé, etc.) o bebidas amargas
(aperitivos, café, mate). El amargo es el sabor relacionado con el elemento
fuego y con el corazón.
Los alimentos dulces se
asocian con el bazo-estómago, y por
lo tanto pueden utilizarse para tratar problemas como gastritis, diarrea y
desnutrición. Son dulces, los dátiles, batatas y calabacines, frutas, la
miel y los cereales (arroz, maíz, cebada). Los alimentos dulces tonifican,
armonizan y regulan.
Los alimentos salados
como el cerdo, el jamón, las algas, el pescado y los mejillones ablandan las
durezas, eliminan las callosidades y los nódulos y purgan los intestinos. Las
sustancias saladas son hidrófilas (atracción por el agua) y por lo tanto se
relacionan con los riñones.
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